El futuro del desarrollo sostenible reposa sobre una modesta lata usada

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La Organización de las Naciones Unidas es una organización internacional formada por 193 países independientes. 

De igual forma que gran parte de la teoría física descansa sobre un simple átomo, el futuro del desarrollo sostenible puede reposar sobre una modesta lata usada o una viaja botella de vidrio arrojada a la basura.

A través de esos envases desechadados, podemos observar los patrones actuales de consumo, aprender cómo funciona el reciclaje y hasta detener el impacto del cambio climático. cada uno de esos contenedores forma parte de los millones de decisiones individuales y colectivas sobre las que se apoya la Agenda de Desarrollo 2030.

Eso es al menos lo que nos enseña la organización Sure We Can, un centro de reciclaje, espacio comunitario y núcleo de sostenibilidad sin ánimo de lucro, donde se juntan lateros (personas que recogen latas, botellas y otros embalajes ya utilizados), junto con estudiantes y vecinos del neoyorquino barrio de Brooklyn.

Por cada una de esas latas y botellas, las distribuidoras de refrescos, agua o cerveza pagan cinco centavos

Este centro, que se abrió hace nueve años con la ayuda particular de varios trabajadores de la ONU, ha sido invitado ahora a formar parte la Partnership for Global Justice, organización dedicada a la promoción de la Carta de la ONU, y ha empezado el proceso para pertenecer a las organizaciones no gubernamentales que trabajan con el Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas.

Según nos ha contado su principal promotora, Ana Martínez de Luco, Sure We Can recoge unos diez millones de latas al año, gracias a las cuales viven alrededor de cien familias y tienen ingresos estables unas trescientas personas de 25 nacionalidades distintas.

Por cada una de esas latas y botellas, las distribuidoras de refrescos, agua o cerveza pagan cinco centavos, según establece una ley municipal. De esa forma, una persona que dedique ocho horas de trabajo a recogerlas puede llegar a obtener unos 70 dólares al día.

En contra de lo que se piensa, la mayor parte de los lateros no son personas sin techo o vagabundos que viven en la calle, sino gente que vive en sus casas y bien hace sus ganancias exclusivamente de este trabajo, bien le supone una ayuda para complementar otros ingresos. La mayoría son hispanos, seguidos por asiáticos, afroamericanos y caucásicos.

Además del reciclaje, Sure We Can también se dedica al compostaje a partir de los desperdicios orgánicos que un grupo de restaurantes del área de Brooklyn les entrega. En estos momentos, el centro evita que unas cincuenta toneladas de desechos orgánicos vayan a los vertederos municipales para que sean, en cambio, devueltos a la tierra como abono.

La mayor parte de los lateros no son personas sin techo o vagabundos que viven en la calle, sino gente que vive en sus casas y bien hace sus ganancias exclusivamente de este trabajo

Con esos actos, Sure We Can se inserta en la Agenda para el Desarrollo 2030 cuyo espíritu, como ha explicado el Secretario General, Ban Ki-moon, en su informe titulado «El camino hacia la dignidad para 2030» es el de «no dejar a nadie atrás». También supone un ejemplo de cómo lograr el primero de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados en la Agenda, el de poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo.

Pero Ana Martínez va más allá y en esta entrevista con Radio ONU nos cuenta otros tres Objetivos que cubre la labor de Sure We Can: los de promover el pleno empleo y el trabajo decente; lograr ciudades sostenibles; y combatir el cambio climático.

«Creo que en estos años se ha conseguido cambiar la imagen de recoger latas en la basura de ser un trabajo de alguien que ha salido de prisión, de alguien que está en la droga, de alguien que está en el alcohol, a ser un trabajo que hace mucha más gente y que es el único que trabajo que pueden hacer; y que muchos lo gozan porque es como si tuvieran su propio negocio, tú tienes tu propio horario, tú sabes cuántas horas meter, cuánto quieres ganar, entonces tiene mucha independencia y libertad. Eugene (uno de los lateros) lo dice, este es un trabajo como cualquier otro trabajo. Y creo que eso se ha conseguido y ahora ya la gente no tiene esa vergüenza, voy a ir yo a recoger a la basura, porque ve que gente que lo hace manda las hijas a la Universidad», nos explica Ana Martínez.

Agustina Besada, una argentina que acaba de recoger el testigo de Ana al frente del Centro, también explica porque Sure We Can representa un ejemplo de la Agenda 2030: «El desarrollo sostenible tiene tres componentes: el ambiental, el social y el económico y Sure We Can tiene impacto en todos esos tres aspectos. Ambiental, porque se reduce la cantidad de materiales reciclables que terminan en el sumidero; y además se reduce la cantidad de desechos orgánicos. Social, porque es una comunidad; realmente se le da una oportunidad a la gente que no tiene otras alternativas y se les brinda soporte en todo lo que ellos necesitan. Y económico, porque realmente la mayoría de nuestra comunidad tiene esto como fuente de ingresos y les permite llevar la vida, acá en esta ciudad que es Nueva York».

Es precisamente Agustina, la que nos muestra las instalaciones del centro de reciclaje en el primer vídeo, en el que también podemos ver a algunos de los «caneros» trabajando. En el segundo vídeo, Rosa Rosero, de Ecuador, nos explica su labor recogiendo latas y botellas usadas en las calles de Ecuador.

El centro atraviesa ahora un momento difícil porque el solar en el que se encuentra ubicado se encuentra a la venta y existe el riesgo de perder el espacio de trabajo, pero en lugar de amilanarse, Sure We Can ha lanzado la iniciativa #60millonesdelatas con la que espera recaudar el dinero suficiente para poder continuar su labor.

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